Morir y seguir muriendo
es mi destino,
todos los días,
todo instante;
he renunciado ya
a los simples
placeres mundanales,
para recibir
la gloria de la eternidad,
me abrazará
para seguirme recordando,
que soy como partícula de polvo
q arrebato una brisa suave
q baja por la pradera del tiempo,
que me visita de vez en vez
cuando el día abre los ojos,
para consolar,
pero también para herir
el trozo de humanidad
que sobrevive en mí,
quizá ese trozo de persona
o de hombre,
que aun sueña
como pequeño infante
pero que ha de morir
muy de apoco,
por que mi destino fue trazado
ante ojos que no mienten
ni me mentirán jamás,
que se atreven
y desnudan mi alma toda.
Por eso he renunciado
ya al pasado y futuro,
para quedarme
y besar a mi eterno presente,
aunque la soledad sea
para siempre mi única compañera,
la amare…,
me enseñara a amarla…,
como a esas princesas
que jamás pude tocar siquiera,
por que mi destino así lo quiso,
así lo he querido
yo autor,
y el presente entrañable
me seguirá llamando
a descubrirlo…
a sumergirme en sus aguas,
a explorarlo…,
en tanto q el trozo de humano que sobrevive…
haya quedado en el olvido.